Los negocios son hoy impensables sin tomar en cuenta la sostenibilidad, tanto por un nivel de compromiso con sus diferentes stakeholders y el medio ambiente, como por su impacto en la reputación de la organización. Por ello, cobran cada vez más importancia tendencias como la ESG. Estas siglas en inglés significan Environmental (medio ambiente), Social (social), and Corporate Governance (gobierno corporativo). 

Las palabras se refieren al cumplimiento de estándares en cada uno de estos aspectos, que a su vez obedecen a ciertos criterios en el campo medioambiental, social y de gobierno corporativo. En otras palabras, ESG es un conjunto de estándares que deben cumplir las operaciones de una empresa para que los inversionistas con conciencia social puedan detectarlas como posibles inversiones.

Cada uno de estos criterios influye al momento de decidir una inversión, pero lo hace de distinta manera:

  1. Criterio ambiental: El inversionista considera cómo se desempeña la empresa como administradora de la naturaleza. Incluyendo el uso de energía, los desechos, la contaminación, la conservación de los recursos naturales y el tratamiento de/a los animales. Los criterios también se pueden utilizar para evaluar cualquier riesgo ambiental que pueda enfrentar una empresa y cómo la empresa está gestionando esos riesgos.
  2. Criterio social: Se examina cómo gestionan las relaciones con los empleados, proveedores, clientes y las comunidades donde opera. Esto implica desde salarios justos y beneficios laborales acordes a ley para los trabajadores, hasta el cumplimiento de normas para la protección de la comunidad en la zona de influencia de un proyecto,  como -en nuestro país- el respeto a consulta previa.
  3. Gobierno corporativo: Se analiza el liderazgo de la empresa, la remuneración de los ejecutivos, las auditorías, los controles internos y los derechos de los accionistas y todos los demás actores que participan en las relaciones de la empresa. Además, se analizan los mecanismos que la empresa ha implementado para combatir la corrupción en sus procesos, ya sean internos o en el caso de licitaciones u otros.

Hoy, las gestoras de todo el mundo trabajan para incorporar los criterios ESG en sus procesos de inversión y productos, bien sean estrategias de gestión activa como de gestión pasiva. Esta tendencia ha tenido diversas caras, desde gamas de fondos sostenibles y de impacto, hasta la adhesión a los principios que las instituciones internacionales, públicas o privadas, promueven acerca de la inversión responsable. 

Aunque todo esto puede sonar lejano e incluso teórico, trae consecuencias y beneficios reales. En opinión de Graeme Anderson, presidente y gestor de Twentyfour Asset Managers el respeto a los criterios ESG es una cuestión de rendimientos. “Nuestro análisis nos ha confirmado que los sectores y valores más respetuosos con los factores ESG tienden a comportarse mejor en bolsa que aquellos que no lo son, y los datos históricos muestran que ha sido así desde hace algún tiempo”, señala Anderson.

No es la única ventaja. Un estudio realizado en Harvard, las empresas que se hicieron cargo de los factores ESG tuvieron un incremento de 46.4% en el precio de sus acciones versus las empresas que no lo gestionaban. El mismo estudio señala también que las empresas con una gestión ESG tienen menor tendencia a la devaluación de sus acciones. 

Afortunadamente, no se trata de un compromiso exclusivo de las empresas. Estos avances se ven cada vez más favorecidos o apoyados por estrategias nacionales de financiación sostenible, ya que los gobiernos reconocen no solo los riesgos climáticos y ambientales inherentes al sistema actual, sino también las ventajas de atraer capital a largo plazo para apoyar la transición a una economía más sostenible. Muchos centros financieros también compiten por convertirse en hubs sostenibles -alineados a los criterios ESG- a medida que aumenta la necesidad y crece el mercado de soluciones financieras y de inversión innovadoras.

Dada esta inevitable tendencia legislativa, no es sorprendente que estemos viendo un aumento de la implicación de los inversores con los legisladores, reguladores y los encargados de establecer normativas. Si bien se trata, en un primer momento, de una tendencia difundida principalmente en Norteamérica y Europa, no pasará mucho para que se comience a implementar de manera real y efectiva en Latinoamérica. Tengamos en cuenta que las grandes inversiones en nuestra región son llevadas a cabo precisamente por organizaciones del hemisferio norte. 

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Redactor en Trend
Este post ha sido escrito con mucho amor y consciencia por el equipo de redacción creativa de Trend.