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Hace algunos años, si alguien me preguntaba si me gustaban los gatos hubiera dicho: soy más una dog person. Pensaba que los perros eran más juguetones, siempre te reciben cuando llegas a casa  y te aman incondicionalmente, hasta que llegó a mi vida Chimu (Chimu por chimuelo). Chimu era un gatito especial que siempre iba a la oficina de una amiga a que lo alimenten, era muy chiquito y a veces era difícil estar cerca de él porque tenía una enfermedad en los dientes que le ocasionaba muy mal aliento, sin embargo, era el gatito más cariñoso y comunicativo del mundo. Cuando lo conocí sentí que debía llevarlo a casa, hablé con mi esposo y decidimos adoptarlo. 

Cuando Chimu llegó a casa primero se asustó mucho y se escondía en el closet o debajo de los muebles, pero fueron pasando los días y poco a poco fue saliendo a compartir con nosotros, él era todo lo que yo creía que los gatos no eran, era cariñoso, tierno y siempre que llegaba a casa se subía a la cama y me abrazaba, era el gato más inteligente del mundo. Cuando estaba triste por alguna razón siempre me buscaba y rodeaba mi brazo con su patita, para mí era todo un ser mágico.

Todo era felicidad hasta que un día simplemente dejó de comer, Chimu pasó más de 8 años en la calle y eso le pasó factura, lo llevamos al veterinario, buscamos muchas opiniones, lo internamos una semana en una clínica veterinaria especializada con la esperanza de que regrese sano a casa con nosotros, pero para él ya era tarde. Su diagnóstico fue daño renal y hepático, la veterinaria nos explicó que fue por los años que pasó en la calle sin comida, descuidado y fue así que un 9 de mayo del 2019 Chimu se convirtió en luz y energía bonita. Fue una transición muy  dolorosa, ya que era la primera vez que amé un gato y falleció a solo cinco meses de adoptarlo, me dejó una gran pena pero una poderosa lección: los gatitos son maravillosos, la calle no es su lugar y todos merecen un hogar donde los mimen y los atiendan como se merecen. Fue así que me prometí que cuando pasará la tristeza adoptaría un nuevo gatito y apoyaría a todos los gatos que pueda, fue así que llegaron a mi vida Baco y Dante. Baco es un gatito que fue abandonado en el mercado del Rímac y que una joven en su buen corazón le pagaba a un vigilante para que lo cuide de que los otros perros del mercado lo muerdan y Dante apareció un 25 de diciembre en la puerta de la abuela de mi esposo, tenía un mes de vida, lloraba por comida y hacía todo lo posible por entrar a la casa, no le importaba que haya 2 perros adentro, el todo un luchador logró llamar nuestra atención, entró a casa y en mi corazón, siempre digo que el fue el mejor regalo de navidad que el universo pudo darme.

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Los gatos son magia y sinceridad pura,  si llevas uno a casa estoy segura de que no te arrepentirás, es más, estoy segura de que querrás adoptar muchos más y vivir en una casa llena de pelitos y de amor. 

Este Día del Gato elige llenar de magia tu casa y dale la oportunidad a un gatito sin ella.

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Grecia Rosas on Email
Grecia Rosas
Comunicadora Corporativa especializada en Relaciones Públicas con conocimientos en Asesoría de Imagen, con más de 10 años de experiencia generando contenidos y estrategias comunicacionales para empresas como Ediciones corefo,UTEC, Indeco,Totto, Vélez, Harley-Davidson, Indeco, Superbid y la Universidad Católica Sedes Sapientiae.

Ha trabajado diversos temas como educación, turismo, arquitectura, belleza y moda, salud, entre otros.

Aprendiz del momento presente, doglover, amante del deporte , la meditación, viajes, el cine y Netflix.