La verdadera cara de Disney tras la compra de Fox

La verdadera cara de Disney tras la compra de Fox

Por tan solo US$ 52.4 mil millones de dólares, Disney anunció que comprará 21st Century Fox y con ella una serie de derechos de franquicias, canales y servicios de Fox que le da acceso a la gran red de medios internacional que ha construído Rupert Murdoch (CEO de Fox) alrededor del mundo.

La movida pone a Disney a la cabeza de los grandes conglomerados de medios del planeta. Ya que, siendo la tendencia de estas corporaciones la de fusionarse a Telcos para ofrecer contenido exclusivo a quienes contraten sus servicios (Comcast-NBC, AT&T-Warner), Disney ahora contaría con 39% de las acciones de una de las Telcos más importantes de Reino Unido, Sky, y a junio de 2018 podría consolidar su compra mayoritaria (operación que había iniciado Rupert Murdoch para poner a Fox en aquella carrera).

Pero no sólo eso. Esta adquisición le permite a Disney engrosar su catálogo de franquicias exitosas, ingresando a su cartera títulos como Los Simpson, Avatar, El planeta de los simios, La Era del Hielo, Alien, entre otros; y -algo que todos los fans estaban esperando- recuperará los derechos fílmicos de casi todos sus personajes Marvel; así como los derechos de distribución de la primer película de Star Wars, la tercer película de las Crónicas de Narnia, entre muchos otros.

Con este movimiento, la casa del ratón le planta cara a Netflix, pues se constituye en el conglomerado con los derechos de distribución del 40% de la cuota de pantalla cinematográfica a nivel mundial. Algo que Netflix está aún muy lejos de lograr. De esta manera, Disney consolida sus planes de crear su propia plataforma de streaming. Despoja a Netflix de contenido (20% de su catálogo) y robustece el suyo propio para asegurar suscriptores. Un negocio redondo.

Con todo esto, ¿qué mensaje nos da Disney a los comunicadores? Al menos dos muy claros. El primero, que el futuro está en la red y por lo tanto comenzar a hacer relaciones e invertir en los principales youtubers, por ejemplo, es una buena inversión en oportunidades a futuro.

El segundo, menos agradable: Cuidado con el poderoso. Ya en el pasado se ha visto cómo Disney no ha escatimado en vetar a quienes daban opiniones adversas a sus películas, y ahora siendo más poderoso la cosa puede ponerse aún más fea. Si intentó controlar información para favorecer sus intereses comerciales, qué no estará dispuesto a hacer en ámbitos más delicados como la política y los temas sociales -donde puede influenciar a través de sus canales de noticias, por ejemplo-, para favorecer sus intereses económicos.

¿Celebraremos las posibilidades de que nuestro entretenimiento se vea potenciado, a costas de que nuestro acceso a información se limite, siendo controlado por un “todopoderoso”? A poner las barbas en remojo.